Frente a la crisis que atraviesa el distrito de Andahuaylillas, Quispicanchi (Cusco), tras los recientes sismos, Misión Jesuita lanza la campaña “Emergencia Andahuaylillas”, una iniciativa que busca recaudar los fondos para brindar apoyo a los damnificados y reconstruir el histórico templo jesuita San Pedro Apóstol y la Iglesia de Andahuaylillas, cuyas actividades benefician a +130 familias. 

La provincia de Quispicanchi viene registrando sismos alarmantes desde mediados de abril. Uno de los más significativos se registró el martes 30 de abril, con una magnitud de 4.4 en el distrito de Andahuaylillas, declarando daños en la infraestructura, así como +460 personas damnificadas. 

Cuando todavía se arrastraban los estragos de este movimiento telúrico y sus réplicas, este último sábado 4 de mayo, Quispicanchi registró nuevamente un sismo de 4.7 grados. Actualizando el balance a +1 300 damnificados, iglesias locales inhabilitadas, suspensión de clases escolares, un 98% de viviendas afectadas (tanto de adobe y concreto) y un 25% de viviendas inhabitables.  

En respuesta a este duro escenario, Misión Jesuita y ODP Jesuitas del Perú activan la campaña “Emergencia Andahuaylillas”, cuyo objetivo inmediato es la atención a las familias damnificadas y, posteriormente, la reconstrucción y restauración de los templos e iglesias. Estos espacios, más allá de lugares de culto, fungen como pilares para la comunidad, proporcionándoles apoyo espiritual y social a través de sus diversas acciones. 

Una zona propensa a los daños 

Por su naturaleza geológica, el suelo de Cusco posee múltiples “fallas geológicas activas”, discontinuidades en la corteza terrestre que, cuando se mueven, generan sismos. Andahuaylillas, en particular, es catalogada como una zona cuyo grado de susceptibilidad al desplazamiento y hundimiento del suelo tras movimientos telúricos es alto (Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico, 2013).  Por esta razón, un sismo de magnitud menor puede ocasionar estragos altamente significativos si se da superficialmente, cuya profundidad ronda entre 10 y 13 km. Este es el caso de Andahuaylillas, cuyos últimos sismos han alertado a la población: “Las personas se encuentran asustadas. Sus casas quedaron muy dañadas y las constantes réplicas les impiden entrar”, declara el P. Fabián Tejeda SJ, Coordinador de la Plataforma Jesuita Cusco – Quispicanchi. 

Por su parte, para el P. Eduardo Vizcarra SJ, el acompañamiento ha sido clave. “El soporte emocional para las personas ha sido una acción inmediata. Hemos asistido a la población en la medida de lo posible, pero aún hacen faltan carpas, alimentos y primeros auxilios”, comenta. 

Emergencia Andahuaylillas: Una oportunidad de reconstruir sus vidas

La campaña busca brindar ayuda humanitaria a los damnificados, además de reactivar la fe viva de Andahuaylillas, caracterizada por una vivencia de la religiosidad muy arraigada y cultural. Para ello, si bien las principales acciones de “Emergencia Andahuaylillas” contemplan la movilización de carpas y kits familiares, es crucial la rehabilitación del templo San Pedro Apóstol, también llamada la “Capilla sixtina de América”, y la Iglesia de Andahuaylillas. 

El trabajo que realizan desde estas instituciones garantiza el funcionamiento de comedores sociales, acompañamiento espiritual, actividades pastorales, y otras iniciativas, beneficiando a +130 familias. Los daños en la infraestructura comprometen, además, las actividades turísticas de la zona, que hace parte de la Ruta del Barroco Andino, una de las principales fuentes de ingreso de la parroquia para la realización de iniciativas sociales. Así lo asegura el P. Vizcarra SJ: «La llegada de turistas nos permite sostener y ayudar a las distintas obras que operan aquí en Quispicanchi. El templo, atractivo turístico central, beneficia al pueblo dándoles un espacio para poder ofrecer sus artesanías». 

Finalmente, hace un llamado de acción: «Si alguna vez han escuchado que hay que poner el amor más en las obras que en las palabras, quiero apelar a ustedes, a quienes conocen a los jesuitas y/o a nuestras obras, para que brinden su ayuda (…) Ojalá, poniéndose la mano en el corazón, sean capaces de salir de sí mismos y descubrir que pueden apoyarnos de manera concreta en todo lo que estamos haciendo».

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