Innovación social: Los desafíos que enfrentan las organizaciones sociales
La innovación social puede definirse como la práctica que engloba nuevas formas de gestión, administración, ejecución, nuevos instrumentos o herramientas, orientadas a satisfacer las necesidades sociales y mejorar las condiciones de vida de la población (CEPAL, 2023). Si bien el término se aplica en más de un área, su relación con el trabajo de las organizaciones sociales constituye una oportunidad que debe potenciarse. Sobre este tema, nuestro director ejecutivo Gianfranco Dulanto nos presenta los desafíos más representativos.
“El hecho de que las organizaciones no tengan fines de lucro no significa que tengan fines de pérdida”, afirma Dulanto. Así explica cómo el concepto no lucrativo ha gestado en la población una visión poco sostenible del trabajo en las ONGs que debe reinventarse para multiplicar los resultados y el impacto.
Ese pensamiento colectivo afecta la percepción que se tiene sobre las organizaciones sociales: “Este sistema de creencias nos condiciona, y conviene distinguir entre estos estigmas para comprender las reglas del juego”.
5 estigmas sobre las organizaciones no lucrativas
1. La compensación está mal vista
“Existe una suerte de ruido ante la idea de que alguien pueda lograr éxito económico como consecuencia de ayudar a los otros, que no se experimenta frente a quien gana dinero con un objetivo meramente lucrativo”. Este tipo de comportamiento dificulta la inversión de dinero para, por ejemplo, atraer talento del sector lucrativo.
La creencia de que el trabajo en una organización no lucrativa debe ser sacrificado y comprometer la estabilidad económica del trabajador es una idea retrógrada que debe modificarse, precisamente desde la innovación.
2. La publicidad y el marketing no parecen una opción
El sector social siempre ha sido muy receloso en compartir dinámicas con el sector empresarial. Las organizaciones sociales siempre se han visto privadas o limitadas de hacer publicidad en cualquier espacio, pues suele ser “mal visto”.
“Las grandes empresas ofrecen sus productos a través de la publicidad, mostrando los beneficios de estos. Si las ONGs no pueden contar lo que hacen para captar más donantes/socios, ¿a dónde creen que irá el dinero de la gente entonces?”, declara el director ejecutivo de ODP.
3. Es mejor evitar tomar riesgos
En el sector social no hay lugar para correr riesgos, privilegio que sí posee el sector lucrativo, especialmente para la búsqueda de nuevos clientes o en el desarrollo de nuevas ideas. “Las ONGs son reacias a intentar cualquier iniciativa audaz por temor a fallar y comprometer sus reputaciones. Sin embargo, prohibir el fracaso implica matar la innovación, y sin innovación en la recaudación de fondos no hay más ingresos. Sin estos ingresos, no hay crecimiento. Sin crecimiento, es imposible solucionar los grandes problemas sociales”, complementa Dulanto.
4. No hay tiempo
El trabajo de las organizaciones sociales suele ser inmediato, es decir, se espera obtener resultados fructíferos en la menor cantidad de tiempo posible. Esto es perjudicial pues la inmersión en esta dinámica puede dificultar una estrategia pensada a futuro.
“No disponemos del mismo tiempo que tiene el sector lucrativo para encontrar y fidelizar a sus clientes”. Con esta frase, Gianfranco se refiere a la posibilidad de crear un colchón financiero para invertir en proyectos a largo plazo.
5. Sin acceso a retornos que atraen inversiones
“No disponemos de una bolsa de valores y muchas veces tampoco del financiamiento de la banca comercial”, dice Gianfranco y agrega que mientras en el sector lucrativo es posible el pago de dividendos con el fin de atraer capitales para agilizar nuevas ideas, esto no aplica en el sector no lucrativo.
Explorar los nuevos modelos de financiación
Así, estos desafíos son a su vez problemas estructurales de gran escala a los que nuestros centros sociales difícilmente pueden hacer frente. Antes de potenciar las estrategias tradicionales de generación de ingresos, Dulanto propone explorar nuevos modelos de financiación que permitan diversificar fuentes de ingresos y lograr fondos libres.
Otro aspecto a repensar es la intención que persiguen los centros sociales de querer cambiar el mundo “integralmente”, pero con recursos limitados. El deseo de abarcar todas las dimensiones posibles de acción (política, social, económica, etc.) impide especializarse, entorpeciendo los esfuerzos de posicionarse e impactar entre los altos donantes.
El papel de estos últimos se ha ido transformando de forma considerable a nivel global en la última década. Así lo afirma Gianfranco: “El foco ahora está puesto en los resultados, por lo que los financiadores están replanteando su propio rol y, con ello, sus prioridades de financiación, el tipo de proyectos e incluso el tipo de implementadores que apoyan”. Así, la nueva tendencia entre los donantes es querer participar y equilibrar la obtención de beneficios financieros con la generación de un impacto social positivo.
De esa forma, la innovación se perfila como una de las herramientas para el futuro de las organizaciones sociales que constantemente están en búsqueda de respuestas para una sostenibilidad a través del tiempo. Para lograrlo, por supuesto, existe más de una vía, solo hace falta sentar bien las bases.